lunes, 29 de julio de 2013

MISTERIOS



Son muchas las cosas que desconocemos de la tierra, pero más aún del mar. Éste esconde muchos misterios: el triángulo de las bermudas, puntos energéticos, sirenas, civilizaciones milenarias entre otras. Demos una mirada a este video http://www.youtube.com/watch?v=p46rvnGzLVM sin embargo no olvidemos que todo es susceptible de ser verdad o mentira. Pues hoy día la tecnología puede engañarnos fácilmente.
En el link anterior se habla de seres acuáticos... ¿Sirenas? El reciente documental de la National Geografic http://www.youtube.com/watch?v=UOIfIjMbEoY  nos abre la mente a nuevas posibilidades.
Si el universo tiene aproximadamente 15 mil millones de años luz de existencia, ¿cuántas razas, existencias o formas de dioses han existido? http://www.youtube.com/watch?v=ZQP45cygxJM ¿cuántas estarán por existir?  Si el Sol es una estrella entre las cien mil millones de estrellas de la Vía Lactea, y ésta es una de las aproximadamente 19 galaxias pertenecientes a el Cúmulo galactico local, y cúmulos galácticos existen aparentemente muchos (diríase que incontables), entonces... es lógico pensar que seamos, hayamos sido, y seremos los únicos en el universo? Sería un desperdicio este universo. http://www.youtube.com/watch?v=7b3wC_yi55c
Por otro lado, si Cristo, existió fuera de la tierra, y los ángeles nacieron fuera de la tierra, entonces ¿no es prueba suficiente de que existe la vida "extraterrestre"?. Puesto que decir "extraterrestres" es decir "extra" fuera, "terrestres" de la tierra.
Ahora bien ¿qué son y quiénes realizan las misteriosas formaciones de gigantes proporciones en los campos de maíz? Hace más de 60 años se envió un mensaje al espacio en un disco de oro, llevando información sobre la vida en la tierra, al parecer, dicho mensaje ya tuvo respuesta...http://www.youtube.com/watch?v=Jl7-CMCKLww
Muchos de estos Crops Circles http://www.youtube.com/watch?v=X9l9_1ui73A indicaban la fecha del 21 de diciembre de 2012... fecha en la que entramos (según conocimientos extraídos de nuestros antepasados indígenas) en el Día Galáctico. Según esto la tierra estuvo en la Noche Galáctica durante aproximadamente 26000 años.
¿Qué significan todas estas formaciones? ¿Fueron realizadas por humanos en el lapso de una noche? Se sabe que el maíz es fácil de dañar y que si un pie humano lo pisa, será notable para cualquier humano que la observe luego. ¿Mensajes extraterrestres? ¿Realmente hemos entrado a lo que llamamos el Día Galáctico? http://www.youtube.com/watch?v=N36ful48yGk 
Sólo cierro este breve escrito recordando que sólo el corazón nos dice la verdad. Y ello lo han dicho muchos grandes pensadores e iluminados; entre ellos, Cristo.

domingo, 28 de julio de 2013

Literatura fantástica



En este link puede darse una mirada al término, claro, sin limitar los muchos significados que el mismo género puede provocar en quienes se valen de él para hacer literatura...


Comenzaré por hablar del movimiento que algunos críticos han dado en llamar "Realismo fantástico" en donde sobresale el autor argentino Jorge Luis Borges.  Son muchas las personas que suelen confundir este estilo de narración con el "Realismo mágico" movimiento literario del cual Gabriel García Marquez es uno de sus máximos representantes.
Los cuentos de J. L. Borges tienen mucho de fantasía. Pero donde más puede evidenciarse este calificativo es en su obra "Manual de zoología fantástica" (para ver toda la obra da click en esta dirección: http://llyc4.files.wordpress.com/2011/04/borges-jorge-luis-manual-de-zoologiafantastica.pdf ), obra inigualable y rica en exégesis.

A continuación presento el relato de uno de los seres fantásticos que más llama mi atención en este libro. Y ello por sus muchas connotaciones con algunos mitos o cosmogonía americanas... Mitos como aquel de la Pacha Mama (más información en http://es.wikipedia.org/wiki/Pachamama).




ANIMALES ESFÉRICOS


LA ESFERA es el más uniforme de los cuerpos sólidos, ya que todos los puntos de la superficie equidistan del centro. Por eso y por su facultad de girar alrededor del eje sin cambiar de lugar y sin exceder sus límites, Platón (Timeo, 33) aprobó la decisión del Demiurgo, que dio forma esférica al mundo. Juzgó que el mundo es un ser vivo y en las Leyes (898) afirmó que los planetas y las estrellas también lo son. Dotó, así, de vastos animales esféricos a la zoología fantástica y censuró a los torpes astrónomos que no querían entender que el movimiento circular de los cuerpos celestes era espontáneo y voluntario.

 (Más de quinientos años después, en Alejandría, Orígenes enseñó que los bienaventurados resucita-rían en forma de esferas y entrarían rodando en la eternidad.) En la época del Renacimiento, el concepto del cielo como animal reapareció en Vanini; el neopla-tónico Marsilio Ficino habló de los pelos, dientes y huesos de la tierra, y Giordano Bruno sintió que los planetas eran grandes animales tranquilos, de sangre caliente y de hábitos regulares, dotados de razón. A principios del siglo xvii, Kepler discutió con el ocultista inglés Robert Fludd la prioridad de la con-cepción de la tierra como monstruo viviente, "cuya respiración de ballena, correspondiente al sueño y a la vigilia, produce el flujo y el reflujo del mar". La anatomía, la alimentación, el color, la
memoria y la fuerza imaginativa y plástica del monstruo fueron estudiados por Kepler.
En el siglo xix, el psicólogo alemán Gustav  Theodor Fechner (hombre alabado por William James, en la obra A pluralistic universe) repensó con una suerte de ingenioso candor las ideas anteriores. Quienes no desdeñan la conjetura de que la tierra, nuestra madre, es un organismo, un organismo superior a La planta, al animal y al hombre,pueden examinar las piadosas páginas de su Zend-Avesta. Ahí leerán, por ejemplo, que la figura esférica de la tierra es la del ojo humano, que es
la parte más noble de nuestro cuerpo. También,"que si realmente el cielo es la casa de
los ángeles, y éstos sin duda son las estrellas, porque no hay otros habitantes del cielo".

BORGES, Jorge Luis. Manual de zoología fantástica

viernes, 26 de julio de 2013

Tiempos Modernos

http://www.youtube.com/watch?v=b6mrvKTopY8



Esta es una película que no deja de gustarme. Siempre me saca risas, pero más aún me agrada ver la gracia que causa en quienes la ven por primera vez.
Realmente aquí se vislumbran los grandes problemas que genera la modernidad con su industrialización; es una película que puede generar mil y un interpretaciones. Una película de la cual muchos hablan, han hablado y hablarán.
El hombre se encuentra maquinizado, la mujer relegada al hogar (si puede llamarse hogar a la concurrencia de mujer, hombre e hijos), la humanidad no se diferencia de un rebaño que guía cualquier pastor. Ya no hay tiempo para comer, para charlar o simplemente reír, el tiempo moderno es el de la fugacidad, el tiempo que vale mucho para los grandes empresarios pero que vale poco a la hora del pago de los trabajadores.
En esta película se esconde tras la tragicomedia la insulsa realidad que altanera nos escupe en la cara la precariedad de la vida que pinta el porvenir de la sociedad actual.
Sin embargo el señor Chaplin enseña que pese a todas las dificultades hay que continuar y lo más importante de todo: sonreír.Tiempos modernos es una película que no pasa de moda. Y podría aquí hacer infinidad de análisis o deducciones, pero esta película es como una obra pictórica, sólo viéndole se le puede hallar su sentido más profundo.


jueves, 25 de julio de 2013

Primero la historia

http://www.elespectador.com/noticias/bogota/articulo-432960-aldea-premuisca-enreda-transmision-de-luz-bogota



Seguramente no están muy contentos por el imprevisto encuentro con ruinas ancestrales. Los que sí deben estar contentos son nuestros antropólogos... más allá de quién sufre y quién ríe está el hecho invaluable de saber más de nuestros antepasados. Este es un artículo que polemiza respecto de un aparente imparse que a final de cuentas termina siendo algo muy interesante. En poco tiempo tendremos noticias de este lugar del que nos dicen data aproximadamente 2000 años atrás. Por aquellos años en los que algunos dieron en contar la historia a partir del nacimiento de Cristo; que por otro lado no sería realmente el año cero sino 7 años atrás.
El artículo realmente no dice gran cosa respecto de lo encontrado, escasamente hace alusión a una cantidad de 1500 objetos hallados; sin embargo nos presenta la corta visión de los colombianos... pues en vez de sentir que esto les impide continuar con sus proyectos (me refiero a la empresa de la que se habla en el escrito), debieran tener presente que gracias a ellos es que fue posible hallar un gran yacimiento arqueológico, pero más que nada "trabajo" para nuestros arqueólogos que deben de andar ansiosos por investigar y sin embargo cansados de andar en la teoría sin llevarla a la práctica.
Esperemos que en poco tiempo nos asombren con noticias que nos ilustren respecto de esos antepasados "honoríficos" como lo son los antiguos indios americanos, y nos quiten ese sin sabor de aquellos antiguos antepasados invasores (los españoles) a los cuales la historia llama aún erróneamente "conquistadores".


Un perro con estilo

http://www.elespectador.com/noticias/soyperiodista/el-perro-tiene-jaque-corte-articulo-434058

EN ESTE LINK HAY UN ARTÍCULO CURIOSO



Por curiosidad, al leer el título de este artículo y verle acompañado de la fotografía del perro, me dispuse a leerlo. Me dije: espero sea corto; pero una vez fui cautivado por la historia no pude detenerme sin llegar hasta el final.
Es curioso que el acto de este canino nos cause tanto asombro. ¿Será que tan aburridas son nuestras cotidianas vidas bogotanas? ¿O acaso tal vez se deba a que realmente hoy día -con tanta tecnología y el instinto cibernético que nos lleva a estar pegados al facebook- nada nos sorprende? Tal vez hay más de una respuesta a todo esto que me interrogo, pero lo interesante es que una historia tan peculiar cautive nuestra atención.
Ante todo extiendo un saludo caluroso a mi amigo el canino, espero haya encontrado ese amor idílico del que habla el autor del artículo, o que por lo menos haya encontrado un estrafalario amo que le llene de mimos y abalorios humanos, o que por lo menos lo defienda ante las miradas de desdén de algunos de los pasajeros de nuestro tan odiado (pero tan ineludible) "Transmilenio".
Disfrútenlo, no todos los días sabemos o nos enteramos de cosas tan curiosas, claro, en nuestra insulsa animalidad somos egoistas y sólo prestamos atención a nuestras vidas humanas olvidando por completo que otros seres nos acompañan en nuestro viaje por la vida en el vehículo más público que pueda existir: la tierra. Vehículo que mucho han querido privatizar pero que por las dimensiones de ésta se les ha dificultado.


miércoles, 10 de julio de 2013

Realismo Fantástico. Jorge Luis Borges

Este movimiento surgió en hispanoamérica, siendo su principal autor Jorge Luis Borges. Para saber más sobre el género presione aquí  http://literaturaiesalagon.wikispaces.com/Realismo+fant%C3%A1stico
El relato que se presenta a continuación desborda el marco de la vida cotidiana para pasar al mundo de lo onírico, el mundo de los sueños. Genera una serie de dudas e interrogantes en el lector, que permiten vislumbrar de diversas maneras del mundo en el que vivimos. http://espanol.free-ebooks.net/ebook/Las-Ruinas-Circulares/pdf/view



LAS RUINAS CIRCULARES


Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

 Jorge Luis Borges

Este link es una representación del cuento, no conserva por completo todo lo escrito en el cuento, pero es interesante el intento por llevarlo a video  http://www.youtube.com/watch?v=2wU5iWCX_0s